Conchita no podia comprender en su época que uno de los fines del Señor sobre ella era demostrar al mundo y a la Iglesia que el matrimonio también es un camino de santidad, y no solo la vida religiosa. El Señor la tomaba a ella, mujer seglar y casada, para hacerla un ejemplo de santidad en el mundo. Dios no quiso segregarla ni apartarla de su vida familiar y social.
Su apostolado como madre seguramente influirá en la historia de las ideas de la tradición cristiana. Su doctrina no solo pone al día un dato histórico, sino que, al brindar la riqueza de su forma original de vivir esa maternidad mística, ofrece sus enriquecedoras modulaciones personales. La vida apostólica de Concepción estuvo profundamente insertada en la vida de la Iglesia en sus distintas metáforas, como esposa de Cristo, como cuerpo de Cristo, pero, sobre todo, como Iglesia-Madre.
La historia de la Iglesia Católica en Mexico durante el siglo XX, como lo señalan los obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano, no puede comprenderse sin Concepcion Cabrera. "Tanto sus obras de apostolado, como sus escritos teológicos, constituyen una riqueza espiritual para la fe católica. Ella insistía en que, en los ambientes sociales y familiares era necesario dejarse contagiar por los ideales evangélicos, imitando a Jesús Sacerdote y Víctima".
El ejemplo de Concepcion, como esposa y madre de familia, como mujer que se distinguió por su profundo amor a las peculiaridades de sus ser femenino, en su docilidad y fidelidad a Dios, puede presentarse al mundo de nuestro tiempo como un modelo de mujer que la familia, la Iglesia y la sociedad necesitan.
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