Cuando compartimos con amor, llevamos esperanza y luz a quienes más lo necesitan. Nuestro aporte no es solo material, es un acto de fe que fortalece la misión de la Iglesia: anunciar el Evangelio, cuidar a los más vulnerables y construir una comunidad unida por el amor de Dios.
Dios nos promete bendiciones sin medida cuando damos con alegría y confianza: ‘Traigan su ofrenda al templo, y verán cómo abriré las ventanas del cielo.’ (Mal 3, 10).
Hoy tienes la oportunidad de ser parte de esta misión. Con tu generosidad, no solo ayudas a transformar vidas, sino que también permites que el mensaje de Cristo llegue a más corazones. Sé testigo de lo que Dios puede hacer a través de ti.
Gracias por dar con amor y ser parte de esta obra de fe.
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