El anillo episcopal es el aro metálico que portan los obispos. Es un signo de su dignidad. Este simbolismo ya aparece en la parábola del Hijo Pródigo, en donde el padre manda traer un anillo para su hijo que ha vuelto. También simboliza la finalidad a su matrimonio espiritual, lo que queda patente en las palabras que les dicen en el momento en el que se les impone durante su consagración episcopal: “Recibe este anillo, signo de fidelidad, y permanece fiel a la Iglesia, esposa santa de Dios”.
A los obispos se les pone el anillo el día en que son consagrados, y deben usarlo dentro y fuera de las celebraciones litúrgicas en el dedo anular de la mano derecha, porque es la mano con la que bendicen. La única excepción es el Viernes Santo, en que no debe portarse en señal de luto por la muerte del Esposo, Cristo.
El anillo se fabrica de algún metal precioso. Antiguamente era común que se le incrustase una piedra preciosa, con lo que se representaba que el obispo es una piedra incluida una gran construcción que es la Iglesia. Cuando los fieles besaban esa piedra, querían simbolizar que besaban una pedazo de esa construcción cuya piedra angular es Cristo.
Después de que alguien es creado cardenal, el Santo Padre les entrega un anillo. Este se elabora con un modelo para cada pontificado. Esto significa que todos los cardenales creados por un papa llevan un anillo idéntico. El anillo que se entrega durante el pontificado de Francisco, por ejemplo, lleva la imagen de San Pedro y San Pablo y, en medio de ellos, una estrella como símbolo de María, mientras que en el interior tenía grabado el escudo del papa. Esta argolla deben de usarla como si fuera en anillo episcopal.
Al entregárselos, el papa dice: “Recibe el anillo de la mano de Pedro, para que sepas que con el amor del Príncipe de los Apóstoles se refuerza tu amor hacia la iglesia".
Liturgia Papal.
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